La
organización del tiempo y del espacio lo construye el
niño
y la niña en interacción con situaciones de la vida
cotidiana
e implica la elaboración de un sistema de
relaciones
(secuencia temporal).
El
niño y la niña toman conciencia de la dimensión
temporal,
en gran parte, gracias a sus movimientos
corporales
y actividades diarias: gateando, caminando,
golpeando,
dibujando. Cada gesto o movimiento tiene un
principio
y un final: un “antes”, “un durante” y “un
después”
(secuencia temporal). La sucesión de acciones
y
la velocidad con las que las realiza, serán puntos de
referencia
que favorecerán el proceso de organización
temporal,
es decir, la adquisición de las nociones antes,
durante
y después.
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